Tendré que enojarme con cada cosa que me recuerde a él, enojarme hasta odiarlo, y odiarlo hasta olvidarme de él.

jueves, 3 de noviembre de 2011


Llorar hasta el desmayo o el interminable dolor de cabeza que parece encárnasele a uno en los más profundo de los sesos es lo peor. Tener tanto odio por uno mismo, tanto que hasta nos parecen irreales e inentendibles todos aquellos años de convivencia con nuestras mentes perturbadas, tantos años de soportarse a uno mismo. Y luego llegan los reproches: ¿Por qué no me di cuenta antes de que me odio? ¿Por qué no me elimine tiempo atrás? Lo pensás varias veces, intentas encontrar algo por que vivir, por que quedarte, pero las razones son tan frágiles como la convertibilidad, y sos menos convincente que Fidel Castro izando la bandera de los Estados Unidos. Querés morirte y tenés millones de razones por las cuales hacerlo. Y sin embargo, todavía rogás por una sola razón para quedarte. Una razón te salvaría, solo una seria suficiente. Y no la encontrás, no porque no sepas buscar, sino porque simplemente no hay. No existe el motivo por el cual deberías quedarte en este mundo. ¿Por tu familia? ¿Quedarte por tu familia? Que los suicidas somos egoístas es la gansada con menos sustento que escuché en toda mi vida. Empecemos a sacar un poco de lógica de todo esto: uno no quiere vivir porque sufre, porque está triste. Entonces algún ser inteligente (seguramente amigo o familiar) te dirá que todo el mundo te quiere, que todos te aprecian, que no podés hacerle eso a tu familia. Entonces llámenme egoísta, pero no pienso soportar este dolor. La gente es tan moralista, tan hipócrita. No entienden lo que se siente; no lo pueden entender porque la depresión lleva a la persona al extremo. Te tortura, te viola, te deshace adentro. Tus tripas, tu estómago, tu garganta, tu pecho. Todo le pertenece a tu enfermedad: necesitás morirte porque sabés que no tenés nada más que hacer en este mundo. Que te duele demasiado estar vivo; y que aunque seas una excelente alumna, una hija adorable y una amiga incondicional, no tenés fuerzas para seguir jugando esos papeles. Díganme si estoy errada. ¿Si ustedes estuvieran muriéndose de dolor por alguna razón, no les gustaría acabar con ello? ¿O prefieren morirse de sufrimiento lentamente y caer en una evitable agonía a fin de no molestar a terceros? Además, déjenme decirles que cuando hay dolor, los demás dejan de existir. No se piensa en nadie más, no se piensa siquiera en uno mismo: porque dejás de existir como persona, pasás a ser simplemente un vegetal con ganas de suicidarse. No más que eso.

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